La de Copacabana es una virgen negra, mestiza, rebelde, insurrecta, irredenta. Por siglos, las máximas autoridades de la iglesia y de la corona intentaron lavarla, almidonarla, dominarla. Pero la virgen de Copacabana es el fiel espejo de los promesantes que año a año le dan vida: una virgen del pueblo, no de los poderosos. Por eso, cada agosto y en distintas partes del globo, se la celebra como a ella le gusta: bailando, cantando, bebiendo y poniendo el mundo de cabeza.
Fotorreportaje: Adriano Prandi. Creció en el conurbano bonaerense. Estudió Historia y se desempeña como profesor y músico-terapeuta. Entre 2006 y 2015 realizó un viaje por América Latina, publicando artículos periodísticos en diversos medios alternativos sobre la actualidad política y socioeconómica del continente. Ha publicado artículos periodísticos, históricos y fotorreportajes en medios mexicanos, ecuatorianos, nicaragüenses, bolivianos y europeos. Se dedica a escribir columnas radiales e incursionar en géneros narrativos como el cuento y la novela. Colabora en publicaciones de reflexión sobre educación y políticas socio-educativas en la ciudad de Luján, donde actualmente reside.
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